HaitÃ, RD y sus pueblos
El Mirador
Por Luis Céspedes Peña
Haità y la República Dominicana, dos naciones que comparten la Isla, transitan por senderos polÃticos muy diferentes.
Nuestro paÃs tiene muchos problemas económicos y sociales, dentro del conglomerado de naciones democráticas desarrolladas o en vÃas de desarrollo. HaitÃ, el paÃs más pobre de la tierra, carece de todo. No tiene ningún liderazgo, que no sea el de la delincuencia, patrocinada por sectores poderosos que buscan dirigir el poder, a cualquier precio, como parte de un plan bien elaborado a nivel internacional.
El asesinato del Presidente demócrata Jovenel Moïse, es parte de ese proyecto. Se busca tener en el poder a un grupo armado que obedezca a los intereses de poderosos gobiernos extranjeros. Detrás de ese proyecto está el afán de apoderarse de los minerales que tiene HaitÃ, lo que se facilitará con un gobierno inescrupuloso.
En HaitÃ, 20 ó 30 mil delincuentes distribuidos en todo el paÃs, incluyendo el pequeño grupo de poderosos económicos que financian desmanes portando armas para guerras, para secuestrar a personas y exigir determinadas sumas de dinero, se adueñaron del territorio nacional, luego del asesinato del Presidente Jovenel Moïse.
La mayorÃa de haitianos son personas trabajadoras, pero viven en medio del terror implantado por delincuentes apoyados por sectores poderosos, dentro y fuera de HaitÃ.
No hay ninguna duda de que los actos de terror de esos grupos armados, es para intimidar a la mayorÃa de ciudadanos haitianos que rechaza violencia. Y como no hay gobierno, la totalidad de ellos corren a la República Dominicana, donde están creando graves problemas, pero es un asunto de supervivencia.
Las bandas criminales matan a los ciudadanos, incluyendo niños, para hacerse sentir como los dueños del paÃs. Controlan todos los negocios a través de mafias. Cuando algunas compañÃas, que no forman parte de sus planes, entran al paÃs procedente de República Dominicana, llevando combustibles u otros artÃculos, son destruidos.
La mayorÃa de los grupos poderosos de Haità no quieren un paÃs en paz, porque lo que les garantiza su propósito de ganar millones de dólares es el desorden. Y si logran que un dÃa la mayorÃa de haitianos abandone su tierra, para migrar a la República Dominicana u otras naciones, como está ocurriendo, entonces ellos se quedarán con las pequeñas propiedades que dejan.
Las bandas exhiben poderosas armas, entre ellas, fusiles automáticos. Haità no parece contar con un lÃder polÃtico o militar que represente los intereses de la mayorÃa y aplasten a los delincuentes visibles. Está claro que las grandes potencias que tienen compromisos con HaitÃ, dejaron a ese paÃs a su merced y ellos, los extranjeros, van a ganar en las áreas que es de su interés, aunque faltan otras cosas por conocerse, mucho más conflictivas.
En el caso de la República Dominicana, hace algún tiempo planteamos que lo correcto serÃa colocar nuestra Bandera en el Palacio del vecino paÃs, que antes fue presidencial.
Hay sectores que se oponen a este planteamiento, pero ignoran que de continuar el descontrol de las llegadas continuas de millones de haitianos a nuestra nación, el control dejará de existir. O, mejor dicho, el poco control que hay. Los haitianos vienen a nuestro territorio huyendo de la miseria y la violencia. Para ellos, la República Dominicana es un manjar.
En Haità se realizan elecciones, pero los perdedores no reconocen sus derrotas en los diferentes escenarios, cuando los derrotados provienen de los grupos mafiosos. El mejor ejemplo es del asesinado Presidente Moïse, que lo obligaron a hacer un acuerdo para que convocara a elecciones antes de cumplirse su mandato.
Como el mandatario decidió no cumplirlo, porque eso viola su Constitución, entre otros graves problemas, lo mataron. Hay que recordarles a los dominicanos que el asesinato del Presidente de HaitÃ, también tuvo que ver con la exigencia de sectores que estaban canalizando el RÃo Masacre, en perjuicio de nuestra nación, donde nace y muere ese importante caudal.
Parece que esos sectores no encontraron suficiente apoyo del Presidente Moïse en ese proyecto y lo unieron a otros propósitos para asesinarlo.
Con toda la oposición que pueda haber, pensamos que un dÃa la República Dominicana tendrá que ser la administradora de HaitÃ. Y la mayorÃa de haitianos, si eso les lleva la tranquilidad, apoyará la acción.
Designando un administrador general, civil o militar, nombrando en cada zona de Haità a un general o un coronel de esos respetables que hay en las Fuerzas Armadas y la PolicÃa Nacional, unidos a escogidos soldados haitianos, de los diferentes niveles, es posible que el orden retorne a ese empobrecido paÃs.
Sellar la frontera y sólo dejar las puertas oficiales, como Aduanas o Migración, para el control de personas debidamente documentadas, serÃa parte de ese proyecto. Y los delincuentes, si no cambian, a las cárceles.
Comenzar un proceso de reforestación con frutales y maderables a nivel nacional, extrayendo agua del subsuelo, también para el consumo humano o de los animales, serÃa una parte del proyecto.
También, el desarrollo de un plan nacional de fomento de la agropecuaria para ir garantizando la alimentación. Y, mientras eso se pueda lograr, aumentar las ferias comerciales en el mismo territorio haitiano, para suplir alimentos y otras necesidades. HaitÃ, sin temor a equivocarnos, lo que quiere es paz, primero, y luego el comercio en sus diferentes dimensiones.
Aumentar el número de escuelas, centros deportivos, contando con el béisbol para lograr la firma de muchos jóvenes, más hospitales, poniendo en ejecución las medidas que sean necesarias a favor del desarrollo económico, social o polÃtico de ese paÃs, incluyendo unas Fuerzas Armadas respetables, pero con orden y disciplina, serÃa del agrado de la totalidad de haitianos.
Si esas cosas se ponen en práctica, muy pocos haitianos se interesarÃa por viajar a República Dominicana. Lo hacen en la actualidad, en masas, porque en Haità hace falta todo, menos el vandalismo.
Los problemas de Haità no se solucionan hablando mucho, sino contribuyendo con la solución, sin importar qué método se aplique. Reforestando el paÃs y luego protegiéndolo de los depredadores, unido a un proceso de educación, que deberÃa comenzar en las escuelas, cuando la nación solucione ese otro problema.
Y, para tener control de la delincuencia en HaitÃ, la transformación del Estado deberá incluir un buen sistema de Justicia, que incluya cárceles seguras. Aunque en nuestro paÃs también hay delincuencia, jamás podrá hacerse una comparación entre una u otra nación.
Para desarrollar ese proyecto, el Presidente de la República Dominicana, en el perÃodo que fuese a ocurrir, si se contempla, tendrÃa que contar con un sable de mando. La mayorÃa de dominicanos está de acuerdo con esta postura. Es que el terror que reina en el HaitÃ, les está dando buenos resultados a los delincuentes y sus patrocinadores, pero llevando a los cementerios a millares de haitianos abatidos por las balas o el hambre.
Gracias por leernos.