Banner CORAASAN

No es “Sentir” es hacer”

Foto san Juan EvangelistaSobre el Evangelio de San JUAN 14, 15-21

Dios minutos

Por Luis Rafael García Dubus

- "Yo no me siento con derecho de poner mi problema en manos de Dios", me dijo Manuel.

Esta frase, dicha por un amigo a quien iban a operar de vida o muerte, era una expresión verdaderamente triste.

Estábamos solos, de modo que pude hablarle francamente, como nunca lo había hecho.

Le recordé quien era él. Un hombre honrado, responsable y sano. Pero no sólo eso, él también era una persona sensible frente a las necesidades de los otros, habiendo ayudado a todo el que podía. ¿No era cierto eso?

- "Sí, es verdad", me dijo, "sé que en la Biblia dice que hay que amar a Dios. Pues yo, sinceramente, no siento que amo a Dios".

Esta declaración de Manuel me recordó algo que había leído, así que tomé una Biblia que había en la habitación y le leí una frase que aparece precisamente en el evangelio de la misa de este domingo. (Juan 14, 15-21).

Dice el Señor hoy:

"El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama". (Juan 14,21)

He aquí una declaración rotundamente clara acerca de qué es lo que significa amar a Dios. Manuel comprendió que, si bien no amaba a Dios sensiblemente, sí lo amaba realmente, verdaderamente, efectivamente.

El vio algo que nunca había visto. Comprendió que:

La fe no se mide por lo que se siente; se mide por lo que se HACE.

Hay mucha gente que piensa que Dios lo está continuamente acechando y acusando. Esto es un tremendo error. Lo que Dios dice al hombre es esto:

"Si alguien te ataca
no es de parte mía".
(Isaías 54,15)

Puede que su amor por Dios no sea sensible, pero sea real. Y también puede que sea sensible, pero no real.
Lo que importa es lo primero.

LA PREGUNTA DE HOY

¿QUÉ HAY QUE HACER PARA MERECER
EL AMOR DE DIOS?

Lo mismo que tiene que hacer un niño de 4 años para que su mamá lo quiera: nada.

El amor de Dios a usted y a mí no es algo que hay que ganarse. Dios lo ama porque usted es su hijo: su amor es incondicional y gratis, al igual que el de una madre, o incluso mayor, según Él mismo dijo: "¿Puede una madre olvidarse de su hijo, pues, aunque ella te abandone, Yo nunca te abandonaré"?