La proclama de Emaús
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La proclama de Emaús

Foto Rafael Peralta RomeroVoces y ecos

Por Rafael Peralta Romero

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El domingo (9-2-20) la Hermandad de Emaús de la Arquidiócesis de Santo Domingo realizó su primer gran encuentro. Participaron más de 1500 hombres que dieron testimonio de su fe en Jesucristo. Al final se leyó y aprobó una proclama (1136 palabras), cuya esencia intento recoger en estas 426 palabras:

¡Ser Testigos del Resucitado! Testigos del cambio que Jesús ha hecho y seguirá haciendo en nuestras vidas, también en las de nuestras familias y entornos. Sabemos que si Él lo hizo por nosotros, lo puede hacer por la sociedad en su conjunto. Solo bastará que ésta y sus miembros, así lo decidan.

Ser testigos de su Palabra. La Palabra y el testimonio de vida, han caminado juntos, y en Emaús sucede por igual. Es por ello que siempre daremos testimonio del Verbo encarnado, del Dios hecho Hombre, sin olvidar y apelar siempre a su misericordia. Porque, cuando la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan.

Ser cristianos católicos comprometidos. Unidos como una sola familia de hombres y mujeres, aspiramos a ser como ese gran Peregrino llamado Jesús, que siempre ha caminado junto a su pueblo, tal y como lo hizo aquel día junto a Cleofás y su compañero, a quienes acompañó por el camino de la esperanza y la redención.

Ser Emaús. Una comunidad laica y eclesial a la vez, que está al servicio de su Iglesia, que es santa, católica y apostólica. Somos una comunidad al servicio de nuestra sociedad, de nuestras parroquias y sus feligresías; al servicio de nuestras comunidades parroquiales, y de cualquier hombre o mujer faltos de fe y de amor.

Ser entes sociales. Estamos viviendo uno de los procesos más significativos de toda sociedad: la elección de las autoridades de las demarcaciones en que vivimos, y en mayo próximo, de las que gobernarán nuestra nación. Por ello llamamos a hacer un voto de conciencia, que contribuya a combatir y a poner fin a la inseguridad ciudadana, a la corrupción, a la impunidad.

Ser hombres de conciencia. Exhortamos a no poner precio a la conciencia: el que compra cédulas no merece el voto, y el que vende su voto, está condenado a la miseria material y espiritual, junto con el que lo compra, porque ambos están faltando delante de Dios, y el que vende su conciencia, lo está vendiendo todo.

Ser familia. Rechazamos todo intento, público o privado, de desestabilizar o desacreditar el concepto de familia, base de la felicidad humana, de la sociedad y su cohesión, del Estado del bienestar, y de la prosperidad económica.