¡Cuánta vergüenza…!
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Por Rafael Peralta Romero
Los polÃticos dominicanos no parecen temer a nada. No temen a Dios ni a la crÃtica pública, al juicio de la Historia. Ni siquiera a incurrir en el ridÃculo. La borrachera de poder los lleva a desplegar acciones que los muestran carentes de sensatez y escasos de sentido común.
La moral ha sido un freno para regular las actuaciones de los seres humanos en la sociedad. De hecho, una rama del conocimiento - ética o filosofÃa moral- estudia la conducta humana, para establecer qué es correcto y qué no lo es. Mi padre y mis abuelos no conocieron la palabra ética, pero todo su contenido lo vertieron en el vocablo vergüenza.
Unos apoyan y otros critican que la religión haya sido un factor que oriente los pasos del humano como ente social. Se infunde desde la infancia el temor de Dios. Crecemos con las nociones que nos ofrece la religión sobre lo bueno y lo malo, y la relación con nuestros semejantes.
En artÃculo reciente el sociólogo Rafael Acevedo cita "deidades, religiosidades y templos del ateÃsmo" y afirma que "Los naturalistas prefieren a "Madre Tierra", Gea, Pacha Mama, La Naturaleza. Similarmente, los estudiosos del pasado suelen tratar "La Historia", el Tribunal de la Historia, la Posteridad, El Destino como deidades que eligen y predestinan, castigan o glorifican a los hombres." (Hoy, 24-7-19).
Los sucesos que hemos contemplado recientemente, organizados por agentes del Gobierno, revelan que muchos dirigentes polÃticos dominicanos no temen al juicio de la historia ni a la santa ira del pueblo ni a las consecuencias que sus inconductas puedan acarrear sobre sus hijos y nietos.
En el mismo texto citado, Acevedo señala que "Los polÃticos suelen reverenciar El Pueblo, La Revolución y otros constructos vacios que colman sus discursos, construidos según su conveniencia y fantasÃa; cuales seres que a quienes apelar a conveniencia; sin apego a normas ni reglas convenidas siquiera con sus logias y foros".
Me parece que los de aquÃ, sobre todo los del PLD, son la excepción. Por ejemplo, el discurso para justificar el fallido intento de alterar la Constitución de la República para permitir una tercera postulación del presidente Danilo Medina pudo haber sido detenido por el pudor. Pero el pudor resultó tan insuficiente como los votos de los congresistas para la reforma.
Ante el derroche de inescrupulosidades polÃticas, los ilusos o idealistas contamos con que la prensa escrita (valga la redundancia) no puede ser borrada. Todo queda ahà y constituye el insumo básico para escribir la historia. Quien tenga dudas al respecto, consulte la relación etimológica de las palabras "acta" y "acto".
La vergüenza que no sintieron los protagonistas de las afrentosas acciones prorreforma constitucional la sentirán otros, quizá recién nacidos. Es que a los torpes pronunciamientos para deificar al presidente Medina por parte de ministros, legisladores y columnistas de diarios le faltó vergüenza. ¡Cuánta vergüenza!