El Rey no habló de ningún sarcófago
Dos minutos
Por Luis Rafael GarcÃa Dubus
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Jesucristo Rey del universo
Mateo 25, 31 - 46
Hace un tiempo leà algo que, sinceramente, me dio risa. Apareció en el ListÃn Diario, en la página dos, y se referÃa a una noticia publicada hace 90 años acerca de la famosa artista Sarah Bernahardt. Dice asÃ:
"La divina Sarah viaja siempre en compañÃa de amigos aristócratas y artistas, llevando considerable material de trajes y accesorios.
Además, no olvida llevar en el furgón con sus equipajes, el magnÃfico sarcófago destinado a guardar sus restos en caso de que falleciera".
¿Qué le parece? ¿Usted sabe lo que es que una persona de éxito – que se supone sea inteligente – crea que lo que ella necesita llevar a su examen final es un magnÃfico sarcófago?
¿Es que nunca nadie lo dijo que esto serÃa sólo un magnÃfico cascarón para su propia miserable cáscara?
Pobre muchacha esta Sarah. Seguramente estaba tan ocupada en llamar la atención, y tan mareada por los elogios de quienes la rodeaban (¡ups!, perdone), que nunca tuvo tiempo para enterarse de la buena noticia que nos revela el evangelio de este domingo.
Aquà se manifiesta claramente cuál va a ser el temario del examen final, y por suerte, no habÃa nada de sarcófagos magnÃficos.
Habla de algo mucho más sencillo. Algo que usted y yo podemos hacer todos los dÃas. Algo tan simple como darle un vaso de agua a alguien. Y esto del vaso de agua lo dijo el propio Rey del Universo.
"Cualquiera que dé de beber un vaso de agua a ustedes por ser discÃpulos mÃos, no quedará sin su recompensa, se lo aseguro". Marcos 9, 41
En efecto, quien habla hoy es el Señor, el Rey, el Dueño de todo el Universo, y con toda autoridad y precisión nos da a usted y a mà una gran noticia.
La noticia es que cada vez que usted y yo ayudamos desinteresadamente a un necesitado, lo hacemos con El.
No importa el tamaño de la ayuda. Lo que cuenta es el tamaño de desinterés, la medida de amor.
Un vaso de agua dado con amor cuenta más que un millón de dólares donado por interés.
El que hace lo primero "no quedará sin su recompensa", en cambio el segundo "ya ha recibido su paga".
Y esto es lo bueno, porque ni usted ni yo podemos donar un millón de dólares.
Posiblemente tampoco podamos comprarnos un "magnÃfico sarcófago".
Pero dice el Señor que en el temario del examen final sólo contarán las veces que, con hechos prácticos, usted y yo mostramos compasión por alguien que necesitaba nuestra ayuda. El juicio último depende de mi obediencia concreta a Dios ahora mismo.
Ya lo habÃa dicho el mismo Rey y Señor:
"Dichosos los que prestan ayuda, porque esos van a recibir ayuda".
(Mateo 5,7).
El reino de Dios es un reino donde servir es reinar.
La pregunta de hoy
¿Tengo que hacer algo extraordinario?
Dicen que a San Luis Gonzaga le preguntaron un dÃa, mientras estaba jugando, que harÃa si supiese que en ese momento iba a morir. Y que él respondió: ''Seguir jugando''
Hacer lo que se debe, y poner amor en lo que hacemos y todo, bajo la amorosa mirada de Dios. Sencillamente.