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El aborto y la mayoría de la sociedad

Foto Editorial El QuisqueyanoLa sociedad dominicana no está dividida en torno al aborto, como dicen algunos sectores interesados. Una gran mayoría, incluyendo las Iglesias Católica o las Evangélicas, con más del 99 por ciento de incidencias entre los dominicanos, y un grupito que no llega al 1% a favor del aborto, no significa la división de la sociedad, aunque hay que admitir que ese pequeño sector tiene mucho poder económico.

¡Una cantidad, que en materia electoral, quizás puede ganador un regidor! Los diputados, senadores y regidores que hoy apoyan el aborto, no hicieron campaña sobre ese compromiso, aunque debemos admitir que en una entrevista, en el proceso electoral, nuestro Presidente, Luis Abinader, abrió la posibilidad de llevar al debate la aprobación de las tres causales.

¡Y así está ocurriendo! Se pensó que sería una estrategia del candidato presidencial de entonces, hoy jefe de Estado, por lo que logró conseguir el respaldo de una gran parte de los obispos, hoy arrepentidos de lo que algunos ya comentan fue un error.

Hay que decirle al Presidente de todos los dominicanos, que no todas las promesas electorales se cumplen y menos una que si las elecciones presidenciales fuesen mañana, sólo le aportaría una vergonzosa derrota.

A los funcionarios, especialmente las mujeres que apoyan el aborto, incluyendo algunos senadores y diputados, hay que recordarles que en anteriores gobiernos también hubo un grupo de legisladores que abrazaron esa triste causa, pero ya desaparecieron, porque las mismas sociedades que los eligió, votó en su contra luego.

Eso ocurrió en los gobiernos de Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina. Lo penoso de esta situación, es que mujeres que deberían luchar por la preservación de la vida de sus hijos e hijas, son las primeras en impulsar la muerte de éstos en sus vientres. ¡Qué lamentable es esta tragedia humana!

Hubo algunos legisladores, de los más populares del país, como fueron los casos del hoy ex senador Julio César Valentín y la diputada Minú Tavárez Mirabal, para sólo citar dos del grupo, que perdieron sus intentos de repostularse rechazados por la mayoría de católicos o evangélicos.

Mientras Valentín se hizo el desentendido en la lucha del pequeño grupo de abortistas, era un ganador seguro en las elecciones en la Provincia de Santiago, donde ganó repostulaciones como diputado, hasta que se dejó arrastrar de ese movimiento criminal, llamado la gran industria del aborto. La de Valentín fue una derrota de 70 a 30.

Ya hay denuncias de que sectores del gobierno están pagando los gastos que está haciendo un grupito de abortistas que se instaló frente al Palacio Nacional, para exigirle al Presidente Abinader que cumpla con un supuesto compromiso electoral que hizo con éste, para aprobar la legalización del aborto.

Por suerte, parece que el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, seguirá la misma política de su antecesor, Donald Trump, quien ordenó el retiro los fondos del Estado a las organizaciones abortistas.

En nuestro territorio, es penoso escuchar o leer las declaraciones del presidente de la Cámara de Diputados, un señor llamado Alfredo Pacheco (Pachequito), que está forzando la aprobación de por lo menos una de las tres causales, junto al Proyecto de Ley de modificación del Código Penal, la cual daría paso al aborto libre, cuando el artículo 37 de la Constitución de la República, establece que hay que preservar la vida desde su concepción hasta la muerte.

Ninguna Ley Especial o Resolución puede modificar la Constitución. Para los casos de elección popular, a través de un Referendo, se les puede hacer consultas a los ciudadanos, no para eliminar Derechos Fundamentales, como es el de preservar la vida humana desde el mismo día de su concepción.

El presidente del Senado, ingeniero Eduardo Estrella, favorecido mayoritariamente por católicos y evangélicos en las últimas elecciones de la Provincia de Santiago, tiene un gran reto, como miembro del catolicismo comulgante, para sepultar la intención de los abortistas. Si no lo hace, es seguro que recibirá el mismo repudio de su antecesor.

Si los dominicanos y dominicanas observan a las voceras de los abortistas, se darán cuenta que son las mismas empleadas de las Organizaciones no Gubernamentales, conocidas como las ONG, las cuales desarrollan sus actividades en muchos países del mundo comercial.

No entendemos el por qué funcionarios del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), de algunos miembros del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), especialmente de los nuevos, y del Partido Alianza País, apoyan una causa que será derrotada, hoy o mañana.

El problema está en que los católicos y evangélicos no se están dando cuenta, de que los abortistas están desarrollando una campaña para irlos destruyendo a medida que pierden terrenos en las diferentes sociedades del mundo. ¡Sin los moralistas, el aborto sería una doctrina en el mundo!

Con las Iglesias Católica y las diferentes denominaciones Evangélicas ya debilitadas por algunos Estados, que no les será muy fácil lograrlo, el aborto seguirá siendo el gran negocio económico con la venta de órganos de niños abortados, jeringuillas, medicinas, pagos médicos, de clínicas abortistas u otras acciones.

Es aquí donde entra el llamado para que los obispos, presbíteros, diáconos, files comprometidos, monjas, pastores y la sociedad civil responsable, no la comercial, aumenten su lucha en contra de los promotores de ese crimen en perjuicio de los que no se pueden defender, como son los niños o niñas en el vientre de mujeres desalmadas.

Esa lucha de los sectores responsables debe ser la misma: Que la ciencia haga todo lo posible para salvar la vida de la mujer y su criatura en cualquier caso que esté en peligro la vida de ambos. Los médicos responsables, que son la gran mayoría, con el conocimiento pleno de los familiares de los afectados, son quienes deben tener la última palabra en los casos graves de partos.

Hay casos que la ciencia médica dice que no se puede salvar a la madre, pero sí a la criatura. En otros casos, es a lo contrario. Mantenemos que en la batalla médica debe prevalecer siempre el interés de salvar a ambas vidas y no el de los abortistas, que lo único que les interesa es el dinero que ganan de parte de algunas de las ONG o algunos gobiernos que renuncian a lo moral, para agarrarse de lo inmoral.

¡Y el próximo 27, todos los anti-abortistas a atacar con las bocinas de los vehículos al Congreso Nacional, en la Caravana Celeste integrada por católicos y evangélicos!

Finalmente, queremos escuchar las posturas oficiales de los líderes de los partidos políticos que todavía están callados. Este problema es muy importante, porque en lo adelante los políticos no engañarán a muchos obispos, presbíteros y pastores, de manera especial.